miércoles, 28 de abril de 2021

DE LA VIDA DEL EMIGRANTE EN MISIONES

Dmytro Brytskyi

Del Anuario Ilustrado de 1934 de la 
Asociación Ucrania de Cultura PROSVITA en la 

República Argentina

Editor: AUC Prosvita / Talleres gráficos: Krasilovsky & Pertzovsky
Año 1933 – 193 Páginas / Idioma: Ucranio
Recopilación y traducción Arq. Jorge M. Danylyszyn


Demetrio Brycki (Dmytro Brytskyi /Дмитро Брицький)

(Colección privada Familia Brycki)

INTRODUCCIÓN

La traducción de este material es un homenaje al autor: Demetrio Brycki (Dmytro Brytskyi - Дмитро Брицький, según la actual traducción). Algunos de los pasajes del texto de este artículo los encontramos en artículos de fecha posterior, en castellano, casi textuales, pero en ningún caso se menciona la fuente, al autor, el artículo o la publicación, invisibilizando así la labor de aquellos que dedicaron tiempo y esfuerzo para registrar la memoria comunitaria, vaya nuestro reconocimiento institucional.    

El Anuario de 1934 de la Asociación Ucrania de Cultura PROSVITA es el primero de una serie de 35 editados por la asociación en el transcurso de su existencia (el último en 1983). En ese entonces la Comisión Directiva estaba encabezada por Iosef Kuzmycz (Йосиф Кузьмич), la secretaría estaba a cargo de Mykhailo Prymak (Михайло Примак) y la administración la ejercía Nykyfor Blavatnyi (Никифор Блаватний). El tema de la edición del anuario es tratado por primera vez en la reunión de Comisión Directiva el 25 de marzo de 1933. La Comisión editora estuvo conformada por: Iván Czornenkyi-Czarnetsky (Іван Чорнинький-Чарницький), Mykhailo Danylyszyn (Михайло Данилишин) y Volodymyr Hymon (Володимир Гимон). Posteriormente se incorporaron Nykyfor Blavatnyi, Viktor Cymbal (Віктор Цимбал - Autor de la gráfica de la tapa) y poco después Mykhailo Demianchuk (Михайло Дем’янчук). Los artículos  que conformaban el texto fueron: Los Ucranios en la Argentina, La Asociación Prosvita y La Asociación Prosvita en la Argentina (Mykhailo Danylyszyn); Ivan Franko (Nykyfor Blavatnyi); La Escuela Ucrania (Stepan Mandziy – Степан Мандзій); Cuadros Misioneros (Firmado Misionero – Posiblemente Rdo. Padre Stepan Vaprovych / Степан Вапрович); La Colonia Ucrania en Nueva Volyñ – Paraguay (Rdo. Padre Tikhon Hnatiuk / Тихон Гнатюк); La Importancia del Comercio en la Historia de un País (Yulian Mychalyszyn/Юліян Михалишин); La verdadera prueba del Comunismo (Yuriy Tymosczuk / Юрій Тимощук). El anuario sumaba los calendarios histórico y religioso greco-católico y latino.

Algunas afirmaciones históricas pueden no ser correctas (particularmente la introducción del texto – nota de la traducción), sin embargo ello no disminuye la importancia del material que relata aspectos importantes de la vida cotidiana del emigrante en los primeros tiempos.

TRADUCCIÓN

El nombre “Misiones” fue dado en aquellos tiempos, cuando la Argentina estaba bajo el protectorado de España. En esta cuña entre Brasil y Paraguay los primeros constructores de la cultura europea fueron los romano-católicos misioneros jesuitas. De allí que estos territorios lleven el nombre de “Misiones”, luego cada poblado es llamado con el nombre de algún santo.

Predicando el cristianismo, los Jesuitas sembraban entre la población originaria local la semilla de la cultura europea, lo que motivó que, con el tiempo la población de los bosques subtropicales, bajo la tutela de los educadores, comiencen la vida humana en la plenitud de esta palabra. Ellos comenzaron a reunirse en comunidades, construir iglesias, y a partir de ellas poblados. Cada uno de estos poblados tenía un grueso muro de piedra alrededor y un profundo foso que los rodeaba.



Anuario 1934 AUC PROSVITA (Colección Prometeo)

En el medio de estas ciudadelas se construían las fortificaciones en las que habitaban los primeros predicadores de la fe cristiana.

Los originarios les agradecen a los misioneros Jesuitas, la mejoría desde el punto de vista económico, porque de ellos aprendieron el cultivo del maíz y la mandioca, el algodón y el tabaco. El transporte de estos productos se realizaba por los ríos Paraná y Uruguay hacia Buenos Aires…

En los tiempos de la dominación española, los Jesuitas vivían en Misiones como señores feudales. Sus creyentes eran para ellos sus hijos en Cristo y esclavos en la vida social.

Es por ello que, cuando Argentina se independizó del yugo español, -los Jesuitas no quisieron reconocer a las autoridades nacionales y por largo tiempo lucharon contra las autoridades nacionales Argentinas. Este aspecto sirvió como excusa para que, al momento de la estabilización sobre toda la Argentina, los Jesuitas fueron expulsados y sus fuertes destruidos. Luego de ello Misiones fue un desierto cerca de 100 años. Es cierto que se menciona que en ese tiempo en Misiones se asentaron colonos franceses y alemanes, pero ellos no se detuvieron por mucho tiempo en los bosques de Misiones y se trasladaron a otros puntos del extenso territorio de la Argentina, no dejando absolutamente ninguna huella…

Fue cuando en 1900-1902, con la llegada de los ucranianos y algunos polacos comenzó la colonización masiva de este salvaje, pero rico país.

El pueblo, expulsado por la desgracia de su antigua tierra, comenzó hambriento y sin los necesarios elementos de labranza a trabajar la, desde siempre, tierra colorada misionera, para obtener para si el imprescindible pedazo de pan…

Oh, difícil fue en esos tiempos para los colonos! Arribados en su mayoría sin dinero, o cuando alguno de ellos tenía algunos centavos, difícil era para ellos comprar algo que no fuera carne. Aunque el Gobernador Lanús de Posadas, el mayor amigo de los emigrantes “austríacos”, se empeñaba con todas sus fuerzas, en ayudar a estos desgraciados colonos, pero su buena voluntad se veía impedida por grandes complicaciones: Desde la portuaria Posadas no existían vías ferroviarias hasta Apóstoles, el transporte de la producción agrícola se realizaba con “carretas” de dos ruedas, cubiertas con paja (quincha) y tirada por 8 a 12 bueyes. A los bueyes les ataban los cuernos con tientos a un grueso travesaño de madera (a la manera de un yugo) al que a su vez unían al travesaño. De esta manera los bueyes “tiraban” con la cabeza y no con el cuello, lo cual les restaba fuerza. Con estos “autobuses” a bueyes llevaban a los emigrantes y sus pertenencias de Posadas a Apóstoles. Los arrieros, que viajaban a ambos lados de la carreta, azuzaban a los bueyes con varas de sauce en los extremos de la cuales ataban puntas de acero.  Con este instrumento, al golpearlo, por más perezoso que fuera el buey, este tiraba con toda su fuerza. Difícil era esta travesía. Con los bueyes se podía realizar un viaje de 5 a 6 kilómetros para luego reemplazarlos y la tarea de reemplazar 5 o 6 pares de bueyes llevaba bastante tiempo. Si llovía y los ríos salían de su cauce natural, en esos tiempos no había puentes, entonces ese viaje de 75 kilómetros demandaba 4 e inclusive 5 semanas. Los primeros emigrantes debían viajar 5-6 millas para buscar su ración (En esos tiempos la administración colonial entregaba las raciones luego de abonadas). En la espera, de la mañana a la noche, de las raciones estatales y no habiendo recibido nada, los “autobuses de bueyes” se dirigían a las ruinas de los Jesuitas, recolectaban naranjas, que por entonces abundaban y las llevaban como pan a sus hambrientos hijos. Más de un colono, abatido por el hambre cayó, sin conocimiento, bajo los naranjos, para luego despertar y recobrar fuerzas consumiendo naranjas, llenar una bolsa para llevarla a su casa, para su familia.